lunes, 25 de marzo de 2013

Oración de Getsemaní

Una oración tradicional de Semana Santa es la conocida como Hora Santa, que rememora el tiempo que Cristo estuvo en el huerto de Getsemaní con sus discípulos después de la última cena y donde tuvo lugar el prendimiento, que dio inició a su pasión y muerte.

El objetivo de esta dinámica es recordar ese momento tan intenso y hacerlo vida cada uno.
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Dinámica: Oración de Getsemaní.

Duración: 1 hora.

Material: texto que viene a continuación para ser leído por el que dirige la oración. Se pueden leer otros textos alusivos, como la oración sacerdotal de Jn 17.

Realización sugerida: comenzando en la capilla, ir alternando la lectura con alguna canción y silencios meditativos. Si el entorno lo permite, puede ser bonito salir al jardín y hacer allí una parte. En el propio texto van señalados los momentos de silencio propuestos.
Si se ve oportuno, se puede hacer un sencillo 'lavatorio de manos' en recuerdo del lavatorio de los pies que hizo Cristo a sus discípulos y en señal de purificación para comenzar la Pascua.

Sugerencia: al término de la oración, se puede hacer un breve repaso de nuestra vida y escribir cada persona de forma anónima en una nota lo que quiere cambiar, las faltas que tenga, una petición de perdón,.... 
Se colocan en un lugar determinado (por ejemplo en una bandejita, clavadas con alfileres sobre una cruz de tela,...), y la noche de la Vigilia Pascual se queman en el fuego con el que se enciende el Cirio.
Puede haber música de fondo hasta completar la hora.
Para finalizar se puede rezar un Padrenuestro, tres Avemaría y Gloria repetido tres veces.



Texto:


Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. (Jn 15, 1-9)


Canción

Silencio meditativo

Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.» Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» (Jn 13, 6-9)

Lavatorio de manos (si se ve oportuno)

En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva.
(
Lc 7, 21-22) (ver también Jn 12, 1-7)

Silencio meditativo

Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba  diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Lc 22, 39-42)

Silencio

Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza; y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.» (Lc 22, 44-46)

Silencio


Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!» (Lc 22,47-48)
Silencio


Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.» Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos.(Lc 22, 53-54). 

Canción/Silencio.

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